Cinco de marzo de 2021 de la era Covid 19.
Fiesta popular en Zaragoza capital que ya no se encuentra confinada municipalmente, pero no se permite salir de la provincia. La pandemia sigue vigente por todos lados y los ciclistas nos estamos volviendo locos cada quince días, con las diferentes restricciones horarias y de movilidad que se imponen a consecuencia del avance o retroceso del virus. Difícil resulta planear ciclo viajes o inscribirse en marchas cicloturistas ante la incertidumbre de si se volverán a cancelar. El 2020 fue un desastre total con la cancelación de todos los eventos de primavera y comienzos del verano y volver a pasar por algo así después de entrenar semana tras semana es algo cuanto menos desmotivante.
Contra este panorama poco se puede hacer, más que seguir inventando e imaginando hasta donde llegan los limites, perimetrales y personales. El municipio de Zaragoza, en comparación con otras ciudades grandes, cuenta con un montón de posibilidades para salir a montar en bici, sobre todo con btt o gravel. Y no hablemos ya de la provincia que tiene más montaña de la que nos pensamos. Y con eso nos tenemos que conformar, mientras las cifras de Huesca y Teruel se estabilizan con las nuestras, y por fin llegue el día en el que podamos subir hasta el Pirineo oscense o bajar a la Ibérica turolense.
Con todo este empandullo en la cabeza surgió la idea de pedalear a tope todo el puente de la cincomarzada, y dar la vuelta al perímetro provincial pareció un reto atractivo y sobre todo factible en cuanto a restricciones se refiere. Empezamos la ruta Borja y yo, viendo amanecer desde la bici, subiendo hacia el norte por Zuera, siguiendo la carretera de Luna hasta el cruce de Biel, en las altas cinco villas. Nos dirigimos hasta el puerto de Sos del Rey Católico, el punto más al norte de la ruta, y allí se quedó mi compañero a pasar el finde por ahí arriba con las mountainbikes. Yo tenía todavía muchos kilómetros por recorrer así que descendí toda la comarca hasta el Sabinar donde me esperaba nuestro amigo Pascual, maestro carpintero, entrenador de escuelas de ciclismo juveniles desde hace 40 años y sobre todo fiel amante del ciclismo. Su museo particular que tiene en casa se merece su propio artículo, así que continuamos con la ruta llegando por Santa Engracia hasta Mallén, a pocos metros de distancia con la muga Navarra, y terminamos la etapa en Magallón justo al caer la noche. El calor del hogar, la energía de una abundante cena y la mejor compañía auguran una prometedora segunda etapa!
Comienza el segundo día también al amanecer entre campos de almendros, viñas y olivos del Campo de Borja, con el Moncayo cubierto por las nubes bajas, y el olor a polen de las flores que habitan en la cuneta. Los placeres de la primavera en estado puro! La segunda resulta ser la etapa más dura, larga y montañosa de las tres que me he propuesto, y que transcurre por toda cordillera Ibérica Zaragozana. Desde la primera subida de Tabuenca por el puerto de la Chabola, bajando hasta Tierga e Illueca, para llegar al valle del Jalón y remontarlo hasta Ateca. Allí se desvía por su afluente más famoso, el río Piedra, que pasado Nuévalos te lleva por Monterde hasta la alta llanura de la laguna de Gallocanta. De ahí arriba se sale por el puerto de Used, bajando a tumba abierta hasta Daroca, para volver a subir hasta el campo de Romanos, meterte otra vez en la sierra de Herrera y terminar en Azuara en casa de buenos colegas. La ruta original era todavía más larga bajando hasta Cetina y subiendo por Jaraba hasta Gallocanta, pero teniendo en cuenta que a las 11 había que estar en casa antes del toque de queda, y que las piernas no me permitían ir más rápido, cambié la ruta sobre la marcha, ahorrando 35km y 300m+ y consiguiendo llegar a «meta» a las 10 de la noche.
Amanece el día neblinoso en Azuara. La tercera y última etapa, mas corta y llana, pero no más fácil por la fatiga acumulada, sea quizás la menos atractiva de las tres. Nos invita a recordar como son los paisajes de nuestra provincia. Grandes campos de cereal, grandes campos de frutales, y grandes campos fotovoltaicos a lo largo del campo de Belchite, la Rivera baja del Ebro y Caspe. En esta ciudad, el punto más al este de la ruta, tuve el placer de ir a comer a casa de Andres, nuestro amigo y futuro mecánico de Ciclofactoría. Su mama, doña Carmen, había preparado arroz con verduras y ensalada, y gracias a eso pude remontar el alto de Valdestrecha en Bujaraloz y adentrarme en el sur de la comarca de los Monegros. La carretera que transcurre por el sur de la Sierra de Alcubierre me condujo hasta los montes de Perdiguera desde los que descendí hasta casa. Eran las 7 de la tarde, y había conseguido llegar con luz que era el objetivo del día. Un bocadillo vegano de calamares del A’Flama y ver la Strade Bianche en diferido fueron los trofeos de la llegada!
La verdad que fue una ruta exigente tanto por la época del año, con tan solo 12 horas de luz y todavía fresco, por el toque de queda que te aprieta las tuercas, como por no estar tan en forma como al final de la primavera. Pero gracias a la ayuda de la familia y amigxs que me ayudaron en la logística, alimentación, albergue y ánimos pude llegar a casa satisfecho y con ganas de más aventuras. ¿Se os ocurre alguna? ¡Se aceptan sugerencias!
Esperamos que os haya gustado la aventura y por si os apetece pedalearla aquí abajo os dejamos los tracks de cada día, casi todo carreterillas secundarias con poco tráfico y mucho flow:
Track etapa 1: Zaragoza, Luna, Biel, Sos, Pinsoro, Mallén, Magallón.
Track etapa 3: Azuara, Belchite, Chiprana, Caspe, La Almolda, Farlete, Zaragoza.