Hay bicicletas que, o bien por su calidad, o bien por su belleza, merecen una restauración para que vuelvan a relucir como el primer día, pero sin pintar ni cromar nada, puliendo y limpiando a fondo todos los componentes originales de la bicicleta. Este ha sido el caso del último trabajo que pasó por nuestro taller de restauración.

Félix, en uno de sus viajes de trabajo a Francia, descubrió esta bonita pero sucia y envejecida Peugeot abandonada en el olvido en el rincón de una fábrica, y se las ingenió para conseguirla y traérsela a Zaragoza como regalo para su mujer. Peugeot, marca de automóviles pero que hasta hace no mucho hacía unos auténticos bicicletones de acero, en los años 60 y 70 se caracterizaba por sus acabados en la pintura, con unos tonos metalizados muy elegantes.

Nos la trajo para valorar qué se podía hacer y, después de ofrecerle dos tipos de trabajos diferentes con sus respectivos presupuestos, se decantó por una restauración manteniendo la pintura original y sus componentes, dejando que se notara la pátina del tiempo, pero funcionando como nueva.

La desmontamos por completo, hasta el último tornillo de los puentes de freno o de las palancas de cambio, y la volvimos a montar con bolas y grasa nuevas tanto en el pedalier como en el juego de dirección. El cuadro y la horquilla los limpiamos y desengrasamos a fondo para después aplicarles un pulimento que haga a la vieja pintura vuelver a relucir, recuperando todo el brillo que aún guardaba bajo capas de suciedad. A los componentes metálicos les tocó pasar por nuestra pulidora de banco, incluidas las tuercas y tornillos de guardabarros o la parrilla. Las ruedas, que estaban algo viejas y con picadas, quedaron bastante dignas después de una buena limpieza y de pulirlas con lanilla de acero. Para hacerla más funcional, acordamos en quitarle el sistema de iluminación mediante dinamo, para instalarle unos focos de led delantero y trasero, así como unos pedales nuevos, en sustitución de los suyos viejos y en mal estado.

Así, una vez recuperadas las piezas originales de la bici y con unos neumáticos Michelin Classic y el cableado de frenos y cambios nuevos, Félix ha conseguido tener una bicicleta que funciona como nueva, pero con el alma y la estética inigualables de estas bicicletas francesas de paseo de los años 70 del siglo pasado.

Seguro que Ana, su mujer, la disfrutará al máximo por las calles de Zaragoza!