A nuestro taller de restauración de bicicletas nos siguen llegando trabajos a cada cual más especiales. Aprovechando esta cuarentena que estamos viviendo debido al coronavirus, hemos encontrado por fin el tiempo que necesitábamos para poder hacer cuenta de algunos (no nos dará tiempo de todos, por desgracia) de los trabajos que hemos llevado a cabo en los últimos meses.
La restauración de esta bicicleta fue algo muy especial para nosotros. Por un lado, porque no conocíamos nada de esta marca Mercurio, de la que tampoco hemos sabido descubrir mucho. Parece ser que en la actualidad hay una marca del mismo nombre en México, pero no parece que tengan nada en común. Por otro lado, fue un trabajo muy especial porque su dueño se trata de un buen amigo nuestro al que conocimos gracias a La marcha cicloclásica La Monegrina. Amante de las bicicletas y poseedor de una gran colección de todo tipo de figuras, miniaturas y juguetes de bicicletas, Manel Rami nos encargó la restauración de la antigua bicicleta Mercurio de su padre.
Manel vive desde hace muchos años en la provincia de Girona, pero nació en Graus (Ribagorza, Huesca), donde vivió de pequeño y por donde su padre se desplazaba en esta bicicleta de los años 50. Ahora, más de medio siglo después, le tocaba pasar por el quirófano a la bicicleta para poder funcionar en condiciones nuevamente, y además, hacerle un poco de cirujía estética, disimulando el paso de los años dejándola como nueva. Así pues, la idea fue mantener todo lo original que se pudiera, haciéndola funcionar.
En este tipo de trabajos, siempre aparece el mismo dilema: restaurar las ruedas originales, o instalarle unas nuevas de acero como las originales y estética clásica. Como el coste de desradiar la rueda, cromar buje y llantas y volver a radiar nuevamente con radios nuevos es bastante elevado, nos decantamos por la opción de las ruedas nuevas. A parte de los pedales, los puños y los neumáticos, el resto de los componentes de la bicicleta se mantuvieron originales y con apariencia de nuevos, después de un baño de níquel en los componentes metálicos, y un trabajo de pintura y fileteados en el cuadro, horquilla y guardabarros. El sillín, aunque de marca BH y no original de la bicicleta, le daba un toque muy elegante, rompiendo la sobriedad del verde oscuro con ese rojo vivo, así que decidimos mantenerlo.
La tornillería y elementos que oxidados que no iban a pasar por el baño de niquel, los desoxidamos con un baño de vinagre para después pulirlos y dejarlos limpios, sanos y brillantes de nuevo.
¿Cromado o niquelado?
La diferencia está en el efecto espejo y un poco azulado del cromo frente al níquel. El niquelado no deja el metal tan brillante sino que le da un efecto un poco amarillento pálido, que refleja un poco menos la luz. Según hemos ido aprendiendo en nuestros años como restauradores, la mayoría de las bicicletas de antes de la década de los 60 no tenían los componentes cromados, sino niquelados y es por eso que para este tipo de bicicletas preferimos este tipo de tratamiento.
¡Esperamos que os haya gustado el resultado final, y si alguien sabe algún dato acerca de esta marca de bicicletas, que no dude dejarlo en comentarios!