El recorrido. 1.000 km y +26.000 m
La Transpyrenees 2020, una de las carreras de ultra distancia más duras del calendario continental, sin duda. No por sus kilómetros totales (una de las carreras más cortas), si no por el bestial desnivel en «tan poco» recorrido. En su segunda edición, incluía parte del recorrido del año anterior pero añadía 10 puertos más, para superar los 26.000 metros de desnivel positivo en sus 1.000km de recorrido.
De Llançà (Girona) hasta San Sebastián, coronando 40 puertos de alta montaña y otras 20 cotas menores pero que igualmente suman desgaste en tus piernas. Col de Jau, Pailheres, Balés, Tourmalet, Luz Ardiden, Aubisque, Marieblanque, La Pierre Saint Martin, Bagargi… no hubo un solo gran puerto por el camino que se quedara fuera del recorrido. El resultado fue un constante sube y baja, sin apenas un solo kilómetro de llano entre un puerto y otro en la mayoría de los casos. Un auténtico parque de atracciones lleno de diversión en el que la adrenalina no para de subir hasta que caes rendido al final de la jornada… o hasta que el cuerpo dice basta.
La organización y normas
Hace ya 3 años que nació la Transiberica, la matriz o madre de las que han venido después: Transpyrenees, Badlands y próximamente Transandalucía, siempre organizadas bajo la misma marca y mismo espíritu. De ello se encargan Carlos Mazón (de Biziosona), David y Azahara, del Transiberica Randonneurs Club Ciclista. Por la edición de este año, se merecen un 10, tanto por el recorrido escogido y su dureza, como el seguimiento y reportaje fotográfico de la misma.
Uno de los principales objetivos de este tipo de carreras es volver al espíritu original de este deporte, donde no importa tanto el dinero o los patrocinadores que tengas, sino tu fortaleza física y mental. Por ello, no se permite la asistencia externa, así que cada corredor debe llevar lo necesario para sobrevivir y poder terminarla, y la organización no ofrece avituallamientos, paradas para dormir o asistencia mecánica. Sí que se permite, sin embargo, recibir ayuda de cualquier persona desconocida durante la carrera, pues lo mismo te podría haber ayudado a ti que a cualquier otro corredor.
Hoy en día, en una carrera cicloturista tipo la QH, o no digamos ya en el calendario amateur y las Copa Master, etc., es casi tan importante tu estado físico como el llevar una bicicleta tope gama y el mejor equipo de apoyo detrás: fisios, entrenadores y mecánicos. No estar en la vanguardia te hace no poder competir con los de arriba, pues cada gramo cuenta. En los eventos de ultradistancia, no.
Mi experiencia
Día 1. 293km, +6.500m. 23h totales, 17h en movimiento.
Hemos coincidido unos cuantos participantes en el mismo albergue en Llançà, localidad que acoge la salida de la carrera. Así que llevamos todo el día comentando el recorrido, hablando del bikepacking que llevamos, de las gestas de los grandes de esta disciplina y de lo poco entrenados que estamos para semejante paliza. Las horas pasan lentas, muy lentas y tampoco consigo dormir durante el día para llegar más descansado a la salida. Por fin dan las 21h y comienza la carrera.
La mayoría nos vamos a ir cruzando a lo largo de los próximos días por diferentes puntos del recorrido, pero hay una veintena de participantes que juegan en otra liga. Con el cuchillo entre los dientes salen a ganar desde el kilómetro uno. «Estos se han equivocado de carrera», pienso yo. No se puede mantener un ritmo así en un evento de este tipo. Algunos me darán luego la razón, cuando abandonen al segundo día. Otros, demuestran que son extraterrestres y que su desgaste físico y mental tiene unos límites inalcanzables para la mayoría.
Noche cálida, con viento en contra pero soportable. La emoción de estar por fin dando pedales puede con todo y no hay inclemencia climatológica que pueda pararnos. Hemos hecho un grupetto de cuatro: Igor, Chema, Jose y yo, pues pedaleamos más o menos al mismo ritmo y juntos cruzamos la frontera con Francia, y poco a poco vamos virando al oeste. Son las 6:00 de la mañana, 145km pedaleados y llevo ya un buen rato subiendo el Col de Jau. En una parada previa me he separado de mis compañeros de ruta y voy solo. 23km de puerto, los últimos 8 se me hacen eternos. Está amaneciendo, hay vendaval y hace mucho frío; se vienen chubascos. El sueño empieza a ser cada vez mayor y por poco me quedo dormido, pero al fin corono junto con Igor, que me ha alcanzado en el último tramo. Arriba, abrigándonos para el descenso, aparecen Chema y Jose, que participan en la modalidad de parejas.
Bajamos juntos y Jose se queda dormido encima de la bici, ¡qué peligro! Lo mejor va a ser parar a dormir un rato, así que en el primer pueblo que vemos buscamos sitio. El porche de una casa nos sirve de refugio y los cuatro, como sardinas enlatadas, encontramos nuestro hueco para resetear el cuerpo y mente. 50 minutos son suficientes. 9.00h de la mañana y la familia de la casa, en cuyo porche hemos montado nuestro campamento improvisado, nos dan los buenos días. Son catalanes, súper majos y alucinan con nuestro rollo.
Nos ofrecen leche caliente, té y galletas que, por supuesto, no nos permitimos rechazar. Además, nos acompañan en bici hasta la salida del pueblo, pues el peque de la familia quiere venirse con nosotros. No hemos descansado ni una hora, pero es increíble lo rápido que se puede uno recuperar cuando el cuerpo entiende que esto es lo que hay.
Seguimos ruta, y el sol empieza a calentar. Col de Garaibel, Pailheres, Pradel… uno tras otro se suceden y cada vez se hacen más duros. Pero lo peor de todo es que es domingo y no hay ni una sola población lo suficientemente grande como para tener un super o gasolinera que estén abiertos para comer algo. De bares ya ni hablamos. En el kilómetro 210 encontramos un camping con restaurante y podemos, por fin, echar algo sólido y caliente a la boca.
Con el atardecer comienza la fatiga aguda, no encuentro ya postura cómoda en la bici y estoy a punto de bajarme de ella y tirarla río a bajo. En Tarascon-sur Ariege hay restaurantes y hostales y llevamos ya casi 300km de ruta y más de 6000m de desnivel acumulados. Es un buen sitio para parar. Me busco una habitación con Igor, cenamos de menú y en la cama me veo la final de la Champions League. ¡Esto sí que son vacaciones!
Puedes ver el perfil y recorrido de la etapa en Strava