El fin de semana pasado nos enfundamos el maillot de lana y la gorrilla y nos fuimos a participar a la cicloclásica La Monreal, en Monreal de Ariza (Zaragoza). Después de estrenarnos en La Eroica de Cenicero (Logroño) unas semanas atrás -ver entrada en nuestro blog-, en lo que a marchas ciclistas de estilo retro se refiere, no podíamos faltar a esta cita, tan cerquita de nuestra ciudad.

Fue un domingo redondo de principio a fín: una organización muy eficaz, una ruta muy cómoda y tranquila y, sobre todo, un ambiente súper familiar. La jornada empezó con todos los participantes preparando nuestras monturas clásicas en el aparcamiento de las piscinas del pueblo. Zeus, Macario, Orbea, Gitane, Motobecane… Las principales marcas, tanto de este lado de los pirineos como del otro, estaban presentes en la VI edición de La Monreal, con claro predominio de la grupeta Zeus. Algunas repetían marcha, como la Motoconfort y la Macario que volvieron a representar a Ciclofactoria (igual que en La Eroica de Cenicero) y otras habían sido restauradas y/o montadas de ex profeso para esta ocasión.

La organización nos recibió con un pequeño desayuno a base de cacaolat y croissants y, tras una breve charla -«no corráis y disfrutad», se dió el pistoletazo de salida. Éramos un grupo pequeño de 35 ciclistas clásicos, con 3 representantes femeninas, una de ellas a bordo de un precioso tándem Gitane, y la primera parte del recorrido la pasamos charlando unos con otros, conociéndonos o reencontrándonos con conocidos de otras marchas.

La marcha transcurrió sobre todo por la provincia de Soria, pues el recorrido de este año pasó por Monteagudo de las Vicarías, Almaluez, Santa María de Huerta y Torrehermosa, para finalizar de nuevo en Monreal de Ariza tras una circular de 45 km. A mitad de camino, en Monteagudo de las Vicarias, tuvimos un avituallamiento, donde no faltó el queso, el vino, los embutidos y la fruta, y en Santa Maria de Huerta volvimos a hacer una parada para fotografiarnos en su monasterio cisterciense. Hasta ese momento toda la grupeta había ido más o menos junta pero, a falta de 14 km, y después de la última parada en el monasterio, unos pocos metimos el plato grande y piñón pequeño y formamos un pelotón de 8 corredores dispuestos a pelear con uñas y dientes por el simbólico primer puesto!

De vuelta en el punto de partida, nos invitaron a una rica tapa de hamburquesa y una cervecica, cortesía del food truck Arikaras y después a una tremenda paella con mariscos de la que se pudo hasta repetir! Y es que, sin duda, lo mejor del día fue el ambiente, el compañerismo y la organización del evento. Allí compartimos plato con la alcaldesa del pueblo, los organizadores, y por último, carajillos y gin tonics con los paisanos en el bar de la piscina.

Es divertido ver cómo se van creando amistades en estos eventos con gente de diferentes lugares de la geografía española. Gentes muy diferentes entre sí y de edades muy dispersas pero con una misma afición: el acero, los racores, los maillots de lana y las gorrillas y, en definitiva, el ciclísmo épico de antaño. Allí nos volvimos a encontrar con dos amiguetes de Valladolid, a los que conocimos en Cenicero y que, tras haberles hablado de la cicloclásica que iba a tener lugar en un par de semanas en Monreal, no se lo pensaron y decidieron recorrerse media península para asistir a la que es la primera marcha ciclista de estilo vintage que se organizó en España, en su primera edición allá por 2010.

Tampoco se quisieron perder el evento organizadores de las otras cicloclásicas que hay por la península, como Carles Soler, creador de la Pedals de Clips, o Alberto, organizador de la Histórica (Soria), y dueño del museo dedicado al ciclismo clásico en la localidad soriana de Abejar.

Un 10 para Juan, el creador del evento, venido desde Lugo y que en esta pequeña localidad aragonesa de Monreal de Ariza ha encontrado el sitio perfecto, por características del recorrido y facilidades por parte del Ayuntamiento, para organizar cada año la edición de la c.c. La Monreal. No dejó nada al azar y, para evitar sustos, nos guió durante todo el recorrido con el coche oficial. Dani, de Bicicletas Clásicas Leo, cerró el grupo a bordo de su antiguo Land Rover Santana, provisto de todo tipo de herramientas y repuestos por si alguna montura necesitase mimos durante el recorrido, cosa que por suerte no ocurrió.

Es difícil buscarle alguna pega a la VI edición de esta c.c. La Monreal, si acaso, la facilidad del recorrido: meterle un par de cuestas más o hacer la llegada en lo alto de un repecho le daría un puntillo más de sufrimiento y seguro que de diversión. Pero lo dicho, un domingo redondo y que seguro que la mayoría repetiremos el año que viene. Nos cuenta Juan que el cupo de inscripciones está en 50 participantes, para garantizar siempre el ambiente familiar que le caracteriza a este evento, así que para el año que viene ya sabéis: no lo dejéis para el final, que cada vez se está haciendo más popular!

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