Ya han pasado 4 etapas desde que salí de Mirepoix, donde estuve al final 2 noches con los amigos que, a saber por qué azares, se cruzaron en mi camino, o yo en el de ellos. Aproveché muy a gusto ese encuentro y descansé las piernas mientras veía espectáculos de teatro de calle y me bañaba en el río.
Pasé por Carcassonne, ciudad medieval con un castillo enorme. No me he informado al respecto, pero lo que he percibido pedaleando por los pueblos de esta zona, es que debieron ser fundados hace muchos siglos y todos guardan casas, iglesias y castillos de la época medieval. Subí a ver el castillo pero no entré, y tampoco pasé mucho tiempo por el casco antiguo de la ciudad. Me apetecía volver a coger ritmo con la bici.
Como viajo siempre sin un itinerario establecido, la ruta la voy improvisando según intuiciones y consejos. No informarme con antelación de los sitios por donde voy a ir tendrá sus inconvenientes, pero no llevar una hoja de ruta fija me lleva a sorprenderme con lugares desconocidos y únicos. Podría haber seguido la ruta «más normal» por la costa, camino a Italia, pero decidí ir por el interior evitando así el turismo masificado y las carreteras de costa con un tráfico odioso en estas fechas. Fruto de mi no-planificación de nada, no pasé por Nimes o Montpellier, donde seguro me habré perdido iglesias, plazas y monumentos bien bonitos, y, sin embargo, pasé noche en Beziers, que sin ningún problema me la podría haber ahorrado.
Pero por las mismas, descubrí un valle hermoso, el del río Hérault, con alguna poza, gente haciendo canoa y un pueblo, St. Guilhem le Dessert, catalogado como «uno de los más bonitos de Francia». He pasado por infinidad de pueblos, la mayoría desérticos y sin más encanto que el propio de los pueblos donde nunca pasa nada: un gato pasando la zozobra de la hora de la siesta en la rama de una higuera, o un puesto humilde de frutas fuera de una casa con el letrero «sírvete y echa las monedas al buzón, si vous plait». Voy siempre cargado de fruta y ahora es la época de los melocotones, ciruelas, alberjes y melones. Los melones, por suerte, aquí son pequeñitos y con la carne naranja, y suelo llevar siempre uno encima. Después de un día de pedaleo, algo tan básico y a veces olvidado como un baño en un río, es el mejor tratamiento para el cansancio. Por eso busco sus orillas para acampar, pero hay días, sobre todo por esta zona, que todo está seco y no es posible.
Fijándome en el rumbo que tomaba mi ruta, vi que el Mt. Ventoux se me ponía prácticamente a tiro, algo que no había pensado antes, y dije: ¿por qué no? Los padres de mi amigo Eric viven muy cerquita, así que aquí me he venido, a Vaison la Romaine, a unos 15 km de donde empieza la ascensión, donde me están cebando a comida tradicional casera y alguna que otra botella de vino de la región. Hoy hace viento, y los últimos 25km me han costado más de dos horas y media, y eso que era en llano. A ver como está mañana la cosa que tengo ganas de volver a sufrir en un buen puerto… ¡Y este es de los de verdad, más de 20 km de ascensión!
Hasta aquí, el camino me ha llevado entre viñedos y bodegas, repitiéndose el mismo paisaje casi en bucle, solo alterado por alguna sierra de vez en cuando que me obliga a subir al piñón más grande. La verdad, se parece bastante esta zona a la del interior de España, y por su paisaje, bien podría ser el campo de Cariñena. Sí que hay una gran diferencia: nosotros tenemos siempre mínimo dos bares por pueblo, de estos de tirar el palillo al suelo, y ellos tienen unas boulangeries que huelen a kilómetros y donde ya solo me permito parar 2 veces al día… ¡Que son un vicio!
Por si os interesa saber qué ruta he seguido, aquí van unas indicaciones por etapas: Mirepoix – Carcassonne- Bèziers la primera etapa. De Beziers a Causse de la Selle, en el valle del río Hérault la segunda. Al día siguiente por Ganges y Alès hasta Seynes, y hoy he llegado a Vaison la Romaine pasando primero por Bagnols s. Cèze y Orange. 435 km en 4 etapas dignas de una buena siesta viendo el Tour. Las que les sirven a los desconocidos para lanzarse a una escapada y así tener algunos minutos de gloria en televisión.